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La Puebla que enamora está en cada cucharada de mole, en el retroceso histórico de sus callejones y en las viñas que desafían volcanes. Entre su patrimonio gastronómico y el nuevo terroir que crece al sur del estado, esta ruta combina dos placeres irresistibles: el mole de autor en la ciudad y el vino boutique bajo la mirada del Popocatépetl.
Augurio: un mole con memoria y vanguardia
En pleno Centro Histórico, a unos pasos del zócalo, está Augurio, el restaurante insignia del chef Ángel Vázquez, donde el mole se reinventa sin perder su alma. Su cocina parte de recetas familiares —sí, incluso la de sus tías abuelas— y las lleva a un terreno contemporáneo, elegante y sabrosamente limpio.
El mole poblano no empalaga: lleva chile ancho, pasilla, plátano macho, almendras y ajonjolí, todo molido en piedra, con una textura sedosa que se queda en la memoria. Aquí cada platillo es una declaración: mole con pollo y arroz rojo, chanclas poblanas reinventadas o reinterpretaciones de cocina regional que llegan a la mesa con una presentación tan cuidada como el sabor .
El espacio, dentro del hotel Quinta Esencia, combina lo rústico y lo moderno con una cocina abierta que deja ver al chef en acción. Comer en Augurio no es solo probar Puebla, es entenderla desde el paladar.
Augurio
Chef Ángel Vázquez
Rumbo a Atlixco: vino, ceniza y horizonte
Después del mole, toca carretera rumbo a Atlixco, a poco más de una hora de distancia. Aquí, bajo la sombra del Popo, crecen viñedos boutique que están cambiando la historia del vino poblano.
Viñedo Santo Domingo fue pionero en la zona (fundado en 2008) y es famoso por su etiqueta Ceniza, homenaje directo a la tierra volcánica que nutre sus vides. Su terraza con vista al volcán es el lugar perfecto para una cata tranquila al atardecer, copa en mano y sin prisas. Se puede recorrer el viñedo, conocer el proceso y probar las diferentes etiquetas, todo envuelto en ese aire místico que solo da la ceniza y el silencio.
A unos kilómetros está Entreerres, otro proyecto que apuesta por mostrar que Puebla no solo es mole y chiles, sino también vino con identidad propia. Sus uvas crecen en un microclima único y su propuesta combina lo artesanal con el espíritu joven de quienes están redefiniendo la viticultura mexicana.
Viñedo Santo Domingo
Entreerres
La ruta sugerida
Llegada a Puebla por la mañana.
Almuerzo o cena en Augurio (reserva con anticipación).
Paseo por el Centro Histórico: talavera, catedrales y callejones con historia.